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sábado, 8 de julio de 2017

Jack el Destripador y los asesinatos de Whitechapel en 1888

A finales del siglo XIX las principales ciudades británicas, Londres entre ellas, tenían exceso de población debido al incesante flujo de inmigrantes irlandeses y de refugiados judíos procedentes del este de Europa y de la Rusia zarista. Este problema repercutió en la precariedad del empleo y, en consecuencia, de la calidad de vida, lo que llevó a la proliferación de una amplia clase baja desempleada y atenazada por la pobreza, el crimen, el consumo de opio, el alcoholismo y la prostitución. Según estimaciones de la Policía Metropolitana de Londres, en octubre de 1888 había unos 65 burdeles y más de 1200 prostitutas en Whitechapel. En esa época también eran comunes las constantes protestas populares por la precaria situación económica. Entre las violentas manifestaciones de entonces sobresalió el Domingo Sangriento de 1887. El distrito de Whitechapel, especialmente, tenía muy mala reputación debido a los casos de antisemitismo, delincuencia, disturbios y crímenes organizados por los hampones y maleantes. Sin embargo, la inmoralidad no llegó a su punto álgido hasta 1888, cuando la prensa dio a conocer una serie de grotescos y atroces asesinatos atribuidos a un tal «Jack el Destripador», uno de los primeros asesinos seriales registrados en tiempos modernos.

Jack el Destripador (Jack the Ripper, en inglés) es el nombre dado a este asesino que jamás fue atrapado y al que se le atribuyeron al menos cinco homicidios en Whitechapel, en el East End de Londres, en 1888, y cuyo patrón estuvo caracterizado por profundos cortes en la garganta de sus víctimas, mutilaciones en la zona genital y abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del rostro de varias prostitutas. Si bien la Policía Metropolitana de Londres, en coordinación con Scotland Yard, imputó sólo cinco asesinatos al huidizo individuo conocido como El Destripador, sus registros incluyeron seis crímenes más que conformaron el Expediente de Whitechapel en 1888, y entre 1887 y 1891 la prensa atribuyó otra serie de homicidios a El Destripador, aunque aún hoy persisten las discrepancias sobre este punto. Pese a que se investigó exhaustivamente a más de trescientos sospechosos, las pesquisas policiales resultaron infructuosas para esclarecer la identidad del asesino, y Scotland Yard fue objeto de duras críticas y agrias polémicas por parte de la prensa sensacionalista y de la opinión pública. Esto derivó en la creación de un comité ciudadano encargado de patrullar las calles de Whitechapel, identificar a posibles sospechosos e investigar por su cuenta los asesinatos. Aunque el autor de los crímenes nunca fue identificado, surgieron varias teorías y sospechas por parte de la Policía y de la prensa para explicar los aparentes conocimientos quirúrgicos del homicida. Algunos de los sospechosos a los que se investigó entonces fueron Montague Druitt, Severin Klosowski, Aaron Kosminski y Francis Tumblety. Además, la Policía Metropolitana recibió al menos tres cartas manuscritas y supuestamente firmadas por el asesino, en las que éste se mofaba de las investigaciones y amenazaba con seguir asesinando a prostitutas. Una de las misivas estaba firmada por «Jack el Destripador» y a partir de entonces el asesino fue conocido por este nombre.

Si bien la elevada cantidad de ataques a mujeres del East End complicó la investigación, la Policía identificó once homicidios ocurridos en Whitechapel entre abril de 1888 y febrero de 1891. Aunque no había certeza para asegurar que todos hubiesen sido obra de la misma persona, cinco de ellos sí tenían varios elementos en común y se atribuyó su autoría a Jack el Destripador, refiriéndose a estos asesinatos en particular como «los cinco canónicos» para distinguirlos del resto incluidos en el Expediente de Whitechapel. Los dos primeros casos, las muertes de Emma Elizabeth Smith y Martha Tabram, no figuran entre los cinco canónicos. Elizabeth Smith fue asaltada y abusaron de ella sexualmente en la calle Osborn del citado barrio de Whitechapel el 3 de abril de 1888. Murió al día siguiente en el London Hospital a causa de una peritonitis provocada por la introducción de un objeto metálico afilado en la vagina. En su declaración, ella dijo que había sido atacada por dos o tres hombres, uno de los cuales era un adolescente, razón por la que este caso no fue incluido en el expediente de El Destripador. Martha Tabram murió el 7 de agosto del mismo año tras recibir 39 puñaladas. Inicialmente, la Policía Metropolitana lo asoció con los cinco canónicos debido a la crueldad y ensañamiento del agresor, la ausencia de un motivo aparente y la cercanía de la zona donde ocurrió —George Yard, Whitechapel— con las de las otras muertes. Pero, en realidad, el ataque difería del patrón anteriormente señalado: Tabram no tenía cortes en la garganta ni en el abdomen, y sus heridas no seguían el patrón de agresión sexual identificado en el expediente de los cinco canónicos.

La Policía Metropolitana encontró el cuerpo de la primera víctima canónica, Mary Ann Nichols, a las 3:40 a.m. del viernes 31 de agosto de 1888, en Buck's Row —actual calle Durward—, Whitechapel. Tenía un par de cortes en la garganta, el abdomen parcialmente rasgado por una profunda incisión y varios cortes hechos con el mismo cuchillo. El cadáver de Annie Chapman apareció días después, el sábado 8 de septiembre, sobre las 6:00 a.m., cerca de la entrada del patio interior de la calle Hanbury. Presentaba dos cortes profundos en la garganta, como Ann Nichols, sin embargo, en el caso de Chapman su vientre había sido reventado a puñaladas, y le habían extirpado el útero. Un testigo afirmó haber visto a Chapman, media hora antes de hallarse su cuerpo sin vida, en compañía de un hombre atractivo de cabello oscuro y con apariencia de ser un «caballero venido a menos». Los asesinatos de Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes ocurrieron en la madrugada del domingo 30 de septiembre; el cuerpo de la primera fue descubierto sobre la 1:00 a.m. en Dutfield's Yard —actual calle Henriques— y tenía un corte en el lado izquierdo del cuello que le seccionó la arteria carótida. Mas no presentaba incisiones en el abdomen, lo que planteó dudas sobre la autoría de El Destripador, o si bien había sido sorprendido durante el ataque y tuvo que interrumpirlo. Aunque varios testigos declararon haber visto antes a Stride con un hombre, sus testimonios presentaban muchas irregularidades y contradicciones: unos dijeron que el acompañante era rubio y otros que era de tez más bien oscura; unos afirmaron que vestía de forma andrajosa, pero otros aseguraron lo contrario. Cuarenta y cinco minutos después la Policía halló el cadáver de Eddowes en Mitre Square, en la City. Tenía la garganta seccionada con un corte profundo, y presentaba además otra incisión ejecutada con la precisión de un cirujano en el abdomen; le habían extirpado el riñón izquierdo y la mayor parte del útero. Joseph Lawrence, un vecino que dijo haber pasado por esa calle con dos amigos poco antes del asesinato, declaró que había visto a una mujer con un hombre rubio y de aspecto descuidado. No obstante, sus amigos no pudieron avalar esta descripción. Se encontró el delantal ensangrentado de Eddowes cerca de la entrada de un edificio de apartamentos, en la calle Goulston, y un grafiti en la pared —justo encima de donde estaba la prenda— que parecía implicar a un judío aunque no se pudo comprobar si el grafiti había sido escrito por el homicida o si se trató de una simple coincidencia ya que este tipo de textos xenófobos por entonces eran habituales en Whitechapel. Charles Warren, comisionado de la Policía Metropolitana, ordenó a los agentes que borraran el grafiti para evitar que se culpara a los judíos y que las protestas antisemitas terminasen en violentos altercados. Finalmente, la Policía encontró el cuerpo mutilado y eviscerado de Mary Jane Kelly sobre la cama de su recámara en Miller's Court a las 10:45 a.m. del viernes 9 de noviembre. Tenía un corte que iba desde la garganta hasta la espina dorsal, y le habían extraído todos los órganos de la cavidad abdominal, y también le habían arrancado el corazón. 

Los cinco asesinatos canónicos ocurrieron por la noche, generalmente durante un fin de semana en los últimos días de un mismo mes. Además, cada asesinato resultó más violento y premeditado que el anterior, excepto el de Stride, cuyo ataque pudo ser interrumpido de forma fortuita. El cuerpo de Nichols tenía todos sus órganos, pero a Chapman y Eddowes les extrajeron el útero, mientras que esta última y Kelly presentaban mutilaciones en el rostro. El vínculo entre estos cinco asesinatos se basa en documentos de investigaciones posteriores en las que se excluyeron los otros asesinatos. Por ejemplo, en una carta escrita por el médico forense Thomas Bond al encargado del CID de Londres, y que data del 10 de noviembre de 1888, ya aparecen relacionadas las cinco víctimas canónicas. Para algunos analistas y criminólogos actuales, los cinco primeros asesinatos de Whitechapel fueron obra del mismo individuo; sin embargo, en los otros participó un número desconocido de homicidas. Quizás imitadores. 

Los reputados investigadores Stewart Evans y Donald Rumbelow, catalogaron el expediente de los cinco canónicos como «el mito de Jack el Destripador» al considerar que, si bien los casos de Nichols, Chapman y Eddowes, guardaban similitudes entre sí, no había evidencia de que los asesinatos de Stride y Kelly hubiesen sido cometidos por la misma persona. Incluso ahora hay quienes argumentan que el homicidio de Tabram sí encaja con el expediente de los canónicos. El doctor Percy Clark, auxiliar del médico forense George Bagster Phillips, concluyó que tres de las muertes sí habían sido cometidas por el mismo sujeto, mientras que el resto había sido obra de «individuos de mente débil con la convicción de imitar al asesino…» 

Aunque el encargado del Departamento de Investigación Criminal —CID, por sus siglas en inglés— Melville Macnaghten señaló categóricamente en un informe que «el asesino de Whitechapel sólo mató a 5 mujeres» hay que destacar que Macnaghten se incorporó a la Policía Metropolitana un año después de ocurridas las muertes canónicas, y que su informe incluía errores de bulto en la descripción de los posibles sospechosos. Kelly está considerada como la última víctima de El Destripador, cuya ola de crímenes debió cesar ya sea por su muerte, arresto, o por haber abandonado el país. No obstante, el Expediente de Whitechapel incluye otros cuatro homicidios ocurridos después de los cinco canónicos. La Policía encontró el cuerpo de Rose Mylett en Clarke's Yard el 20 de diciembre de 1888. Aunque había sido estrangulada no mostraba indicios de forcejeo, motivo por el que pensaron que se había ahorcado accidentalmente en estado de embriaguez, o que se había suicidado. Pese a ello, el perito concluyó que Mylett había sido asesinada. Casi seis meses después, el 17 de julio de 1889, el cadáver de Alice McKenzie apareció en Castle Alley, Whitechapel. Tenía un corte transversal en la arteria carótida y varias contusiones y laceraciones leves. Uno de los forenses que examinó el cuerpo, Thomas Bond, creyó que se trataba de una víctima más de El Destripador, aunque su compañero George Bagster Phillips opinó lo contrario al haber revisado los cadáveres canónicos. Algunos investigadores opinaron que el homicida de McKenzie había imitado el patrón de Jack el Destripador para despistar a la Policía, pero otros aseguraron que era obra del asesino. Otra mujer apareció muerta en Whitechapel. Su asesino la decapitó y le cercenó las piernas, luego arrojó el torso mutilado debajo de un puente de ferrocarril en la calle Pinchin. En el lugar del hallazgo, el 10 de septiembre del mismo año, la Policía encontró varias partes del cuerpo dispersas, por lo que no pudo demostrarse que la hubieran asesinado en el mismo lugar donde fueron hallados los restos. El cadáver de la última víctima del Expediente de Whitechapel también apareció debajo de un puente de ferrocarril el 13 de febrero de 1891, en la calle Swallow Gardens. Su cuerpo estaba intacto excepto por un corte en la garganta. Algunos testigos dijeron haber visto poco antes a la mujer con un individuo llamado James Thomas Sadler, a quien la Policía localizó y arrestó por el delito de asesinato. Incluso se llegó a pensar que él era Jack el Destripador. Sin embargo, fue absuelto de los cargos y puesto en libertad el 3 de marzo por falta de pruebas que le incriminaran.

A finales del siglo XIX, tras los atroces asesinatos cometidos por Jack el Destripador, se plantearon muchas incógnitas sobre la identidad del famoso asesino. El hecho de que éste jamás fuese capturado y procesado, acrecentó su macabra leyenda. Durante el breve reinado de terror que El Destripador impuso en Whitechapel, los mejores agentes de Scotland Yard no cejaron en su empeño de desenmascarar al asesino, y continuaron sus investigaciones arrestando a todos los sujetos sobre los que recayeron las sospechas de haber sido el sanguinario asesino. Después de cerrase oficialmente el caso de Jack el Destripador y los cinco asesinatos de Whitechapel en 1888, continuaron saliendo a luz los nombres de diversos individuos, aunque nunca se llegó a responsabilizar penalmente a ninguno de ellos. El caso estuvo presente en la mente de todos los londinenses durante años y ha permanecido rodeado de misterio hasta hoy.

El Destripador pudo haber sido un hombre joven, culto y atractivo

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